y un gris cielo de lija / trágico sol detrás mil borracheras / un dolor de cabeza me recuerda / resacas y abandonos con pavor.
Áspero mar que lleno de cenizas vuelve arista la sal
Áspero mar
que ahoga mis deseos
balanceo constante
de mi continua ira.
Abrazame.
Áspero mar
ayuda a silenciar
mis angustias
a enterrar mi pasado
robando el aliento
de un oscuro presente.
Tirita la luz de las arenas
mis pies se diluyen en la sombra
bajo ellos mismos
un átomo mío se queda atrás
por cada cien que me llevo
es un vaivén de mis venas
a la sangre del mundo
las nubes adireccionales de la espuma
friccionan el blanco y el gris
los negros azulados van desde dentro del espejo
de regreso al áspero mar
yo me reflejo y gano
siempre soy un poco más
cuando me voy
Áspero mar el de esperar para encontrar el bienestar
Áspero mar,
que araña
con su espuma
estas heridas.
Áspero mar
añoro tus caricias de sal
Sentir la paz de tu abrazo
mientras me sostienes
y busco en el cielo
respuesta a los insolubles
enigmas de nuestras vidas
Mi cuerpo se eleva ante cualquier tacto.
Áspero mar, agujereado éxtasis:
soledad.
Áspero Mar y olas que azotan la mente de la sociedad.
Del áspero mar qué esperas/ sino su solo ser/ Uno.
Áspero mar,
frota la arena,
raspa la sal,
lengua la ola
para limpiar.
Áspero mar en que nos metimos
pidiendo seda a las olas
mármol pulido a la arena
un movimiento estático de la luna
hacia la marea,
por si de ésta no salimos
por si en éste nos ahogamos
por si por éste
nos abrasamos
Hay una aspereza innata en el no lugar
Es un marte que devuelve el ruido a su origen.
Una espera de lija que se dibuja azul.
Cuando una ola recuerda que todo vuelve.
Saber metálico acero fundido con los abrazos que dictan los dioses blasfemos.
Acércate, áspero mar y dime
quién con tanta crueldad te hirió
que tu espuma me escuece cuando mira…
Embrutecida.
Anquilosada por grilletes de idiosincrasia
en una habitación sin muebles
paredes de rugosidad blanca
grumosos suspiros de espuma,
áspero mar,
inmensidad de océano
reducida a pecera de agua manantial.
– Se escuchan gaviotas en la ciudad. –
¿Cómo llegué hasta acá si a penas aprendí a nadar?
Piel contra piel / en este áspero mar / de días caídos sin / pulso la risa / ¿a qué cielo?
Áspero mar, ola la tuya no nacida
Áspero mar que se riza con el viento las gaviotas encuentran su alimento y se serena el Alma viendo las olas llegar
Veo a la gente desde la ventana
Pacientemente espero
mientras el arroz hierve
y tú dices que quieres irte lejos.
Veo chavales, jubilados,
familias, niños, deportistas.
A veces se arremolinan como hojas,
otras en cambio
circulan únicos, independientes,
arrastrados por esa brisa
de árido mar apresurado
que impulsa esta nueva normalidad.
Veo sus estiradas sombras
como largas agujas de un reloj
que estancado en el tiempo
no sabe hacia donde girar.